Dios, la amo. Como nunca he amado a nadie. Es un ángel de luz cristalina y fragilidad que necesitaba de su demonio. Y ese soy yo.
Sueños iracundos. Se los lleva la corriente de un río inmundo. Lágrimas y risas al compás de un lamento ocasionado por inmadurez descontrolada e irascible. Siento una contradicción en mi alma putrefacta. ¿Son felicidad y "echar de menos" una compatibilidad? Preguntad a los corazones frágiles de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario